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Vicente se anima a mostrarnos el entorno de la ciudad de Alicante. Junto a el recorremos la huerta alicantina que sufre desde hace muchos años la presión urbanística.

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«Dios da trabajo a quien no lo necesita». Vamos que nos hemos dejado pillar por banda y nos hemos ido a trabajar la tierra. Los colegas del Ateneo de Macondo han decidido sembrar una huerta y nosotros que valemos entre otras cosas para apuntarnos a un bombardeo para allí que nos fuimos.

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Estilazo cantabro

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De pilero a carretirello hay un paso.

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Esto es un algarrobo.

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Viene Tomas, un conocido de Vicente y un ejemplo a seguir. El ha defendido el amor a la tierra contra viento y marea y ha ganado alguna que otra batalla a las instituciones para que reconozcan los derechos de lo que queda de la Huerta Alicantina.

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Manolo proviene de la familia Morote y ha convertido su casa en un oasis frente al desarrollismo de la ciudad, cultiva de forma artesanal y con mimo vinos y aceite de sus propias vides y olivos.

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Bajamos por el cauce del río y primero se ostia Chema y un poco más tarde se cae Volcan.

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Lo que veís se llama Mentireta (cafe de licor y granizado). Esta de puta madre pero bueno hemos bebido la jarra grande y nos han soplado 5 euros por cabeza.

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Salimos de las antiguas ruinas romanas y comenzamos el partido del siglo.

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El de la selección es Ivan que se descojona un rato con nosotros.

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Luis: para que veas como esta el panorama cicloturista en Alicante. Supongo que con esta juventud te animaras a coger la bici. Cuanta hipocresía.