26/27 y 28 de Febrero. Sierra Nevada. Mulhacen.
Aquel viaje que no ha dejado huella en tu corazón jamás fue un viaje.
Este fin de semana, o mejor dicho de puente (el lunes ha sido la fiesta de Andalucía y como buen andaluz me he procurado tomármelo festivo) no se me ha ocurrido una mejor cosa que castigarme el cuerpo subiendo al Mulhacen. No sin antes informarme. Comencé preparándome desde lo peor: eso incluye ver la peli 127 horas en la que un alpinista colgado decide racionalmente cortarse el brazo para salvar la vida en un accidente en la montaña. Luego, me informe sobre los aludes y por último iba recogiendo todas las noticias sobre la climatología y todos los riesgo que conlleva la alta montaña. Y bueno, partiendo del peligro me sume a la aventura que unos conocidos y unos amigos de ellos iban a realizar.
El viernes iba a comenzar mi via crucis de “Andalucismo”. No tenía pensado acudir a la entrega de premios de la Junta de Andalucía a la asociación Alpedal Almeria. Pero allí estaba yo junto a los compañeros que desde el 2006 vienen trabajando con el tema de la bici en la ciudad de Almeria. En la entrega de premios estaba el alcalde, el diputado y toda la marabunta que incluye a ocho personas en representación del ejercito y de la poli (un cuadro que pensé que no vería jamas). Al finalizar, me cuadra y casi lloro de emoción al oír el himno andaluz. Solo le faltaba un toque de Sabina.
Tenia que afrontar el tema con tranquilidad y me olvide de la tierra que me daba cobijo hasta la noche cuando me invitaron a ir de tapeo. Y el sitio era un bar lleno de estampitas de la virgen del Rocio, donde la foto de la maquina de tabaco era un niño costalero y de camino al servicio uno se topaba con la replica de un nazareno. Lo mejor no eran las patatas con mojo picon sino el ambiente que se respiro a las doce de la noche cuando se apagaron las luces y nos dieron bengalas para iluminar el local. Una sevillana rociera sono y los camareros comenzaron a cantar. Los pelos como escarpias y el lagrimeo a punto de aparecer.
Y antes del día 28, el día de Andalucia iba camino de subir la cima no solo más alta de la Comunidad Andaluza sino de toda la península ibérica, el Mulhacen 3.478 mt.
Me dio pena el saltarme la siesta.
Pero para ser sincero ha sido un fin de semana genial en el que he conocido gente y he disfrutado de algo distinto en plena naturaleza. Ascender el techo peninsular no era un objetivo anhelado pero reconozco que me alegro mucho estar allí arriba durante media hora.
Ascendimos hacia el refugio a través del Barranco del Poqueira. Calculo que tardamos sobre 4 horas en llegar al refugio.
No muy lejos de la central eléctrica en la ladera de enfrente observamos un grupo de 35 a 40 cabras montesas. Estan acostumbradas y no dudan en atravesar el camino por el que ascendemos.
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Refugio de Poqueira
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La primera vez que me veía con crampones y con bastones. Alguno ya me dijo que se veían a pocos montañeros con bañador en pleno invierno. Pero lo cierto es que debajo llevaba un térmico.
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La ascensión de la loma que conduce al Mulhacen por el sur es fuerte pero no requiere de capacidades tecnicas importantes.
“A veces mientras camino, sin hablar durante mucho tiempo, mi mente imagina un boli y un cuaderno y voy anotando lo que deseo. Camino despacio. Asciendo poco a poco con pequeñas pausas donde respiro. Y tengo la sensación por momentos que estoy solo. Los de adelante van unos cientos de metros a lo lejos y los de detrás otros tantos. Ni a unos ni a otros los veo. Pero sé que están ahí.”
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El techo de la península ibérica. El Mulhacen.
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Este es el grupo con el que ha ascendido el Mulhacen. Debo de agradecer su invitación por hacer de estos días unos de los mejores en tierras del sur.
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Realmente fue toda una aventura, fue un placer compartirla contigo, espero que nos acompañes a muchas más!!!!
Arturo, la proxima vez en bici 😉