Objetivo: pasar un tiempo en el Cabo de Gata

Primera semana

Objetivo:  pasar un tiempo en el Cabo de Gata.

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29 de octubre del 2010.

Madrugue sin dormir que es lo peor de todo y abandone mi casa como se abandonan los zapatos viejos. En vez de remordimientos salía sonriendo. ¿Que cosa? uno coloca las alforjas cierra la puerta de su casa y en vez de despedirse casi me sale un “Que te den!. Estoy contento y tengo la sensación de desarraigo más anclada en mi cabeza que nunca. Eran las siete y media cuando me levante y recogí lo poco que me quedaba dispersado por la casa. Tengo que decir que los últimos dos días me los he pasado limpiando, bajando cosas al trastero y tirando cosas que un día tienen importancia y al otro ninguna.

Me voy al sur en busca de  no se muy bien el que pero sabiendo con exactitud de lo que huyo. Me voy con mi “novia”, la única que desde hace tiempo no me abandona. Ella sonríe cuando la veo salir por la puerta. Y sigue sonriendo cuando me siento en una terraza y nos miramos. De esas miradas cómplices de los que llevan  tiempo y en sus ojos se refleja el deseo y el entendimiento.

Es una cabrona… a veces tiene unos momentos que a mi me vuelven loco. En el momento de ir hacia el barrio de El Pilar, donde quedamos con Luismi y Ruben para bajar a Sevilla en un arrebato de felicidad comenzó a cantar “…ojala, que nos vaya bonito…ojala que se nos  acaben las penas… que te digan que yo ya no existo…y conozcas personas mas buenas!” Una versión de Juan Gabriel.!

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PRIMERA SEMANA DEL 1 AL 7 DE NOVIEMBRE DEL 2010

Hoy he venido hasta Carboneras en el bus de las seis. El billete sale por 4,76 euros y no tengo que pagar nada por la bici. El chófer un tío joven me ha dicho “Espera a que entren todos y vemos si hay espacio”.  A los cinco minutos “la caprichosa” y yo nos hemos subido al bus. En el viajábamos como doce personas. Tres o cuatro eran de color. Uno de ellos el más joven nos ha dado el viaje con una radio a tope. Menos mal que la música reaggeton alternaba canciones majas de áfrica.

La verdad es que si hubiese planeado las cosas de otra forma podía hacer el trayecto en bici. Es cierto que anochece pronto pero la temperatura era ideal para rodar.

Llegue a Carboneras y vino a recibirme Lilo, una amiga de Suiza que pasa temporadas en España. Ella y su marido eligieron Carboneras por varias razones. Una de ellas me la explica y es que es una localidad que conserva muchas cosas que recuerdan a un pequeño pueblo. Me doy cuenta que están totalmente integrados en Carboneras. Conocen a la gente y viven en el centro no en una urbanización de guiris en las afueras. Pasan el tiempo entre los locales y eso les acerca a las costumbres locales. Y otra cosa importante participan en las actividades sociales no para extranjeros sino para todas las personas que lo deseen.

Lilo me lleva al piso y me muestra contenta su rincón favorito, la terraza. Y la verdad que las vistas están muy bien.

Nos conocemos desde Polonia, cuando coincidimos en el Parque nacional de Kampinos. Desde entonces nos hemos visto en Vitoria y en Puras de Villafranca (Burgos).  Y siempre la bici como punto de unión. Curioso.

Damos un paseo y al cruzar por el puerto nos detenemos un par de minutos. Lilo conoce a un pescador que esta a punto de salir a faenar. Le desea suerte. Por un lado pienso que seria interesante embarcarme una noche para sacar fotos de su trabajo. Y en otro momento se me cruza la idea de decir si necesitan un obrero pero veo una pintada un poco más allí que dice “La ruina de los pescadores”… y me freno.

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Hoy es jueves, el día del mercadillo en Carboneras. Hay multitud de puestecillos. Zapatos, verduras, frutos secos, chucherias, fruta, ropa… de todo un poco.

Mi máxima preocupación de la mañana ha sido ir al banco para saber si me habían ingresado un dinero los del gas (se pasaron tres pueblos en dos facturas) e informarme de las actividades culturales de la zona. Así que estuve en el ayuntamiento donde de un lugar me mandaron a otro (suele pasar). Acabe en la oficina de un tal Salvador. El hombre, bastante majo parecía disponer de más tiempo que yo así que se dio a la charla con facilidad. Y estuvo bien porque conoce bien la región y me explica y recomienda algunos lugares que debo de visitar.

El día como todos los demás…. horrible. Un solazo … no vengáis. No vengáis en masa. Tranquilos. Si algún día  queréis     veranear hacerme algo de caso. Iros a Benidorm. O al chiringuito de Lloret pero no vengáis al Cabo de Gata que hace sol.

Me he encontrado con Lilo y una amiga de Marruecos y me di el privilegio de tomarme  un café. Al rato compré una camara para “caprichosa” y nos fuimos al piso a comer.

Y ahora mientras llega el olor de la comida “suiza” a la habitación miro las alforjas. En una hora o poco más comenzaré a pedalear rumbo Las Negras, en el corazón del Cabo de Gata. Son pocos kilómetros, unos 33, y tiene algún que otro repecho. Rumbo hacia el sur, con la mar a mi izquierda. Con caprichosa de compañera.

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La tarde.

Hoy tendría que estar por aquí Artur T. y Miguel Soroa. Lo digo  porque si se les traía de cabeza los horarios de partida cuando rodábamos por la península hace tan solo un par de meses hoy se habrían cortado la cabeza. Salí a las tres de la tarde.

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Tarde un par de horas en completar el trayecto. Solo pare para sacar algunas fotos y echar un trago de agua. El paisaje semidesertico, con poco trafico y algo de brisa. Parte del recorrido lo hago en compañía de la música de Fito. Escucharle me pone “las pilas”.

Llego a Las Negras perdido en una sonrisa. Estoy donde quiero estar en el momento adecuado.

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En un libro que me he comprado “si me persiguen, me iré más al sur” leo una frase: “No estoy aquí para escribir, sino para estar solo”.

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El viernes transcurre entre el jueves y el sábado. Me levante sobre las diez como un zombie y me fui directo para la ducha. Después enfile las escaleras y busque las callejuelas que me llevaban a mi oficina en la mesa de el bar “el Cerro Negro”. Pero estaba cerrado. Así que comencé a dar un pequeño paseo en la búsqueda de un bar donde tomarme un café y comenzar a escribir.

No me he movido con “Caprichosa” pero tampoco la veía con muchas ganas de salir. Estuve escribiendo y más tarde me di a la observación. La mar estaba ajetreada. Un poco revolucionada.

Por la tarde bajo a tomarme algo y observo que en el bar ponen tapas. Me pido una caña y me dice el camarero que de que la quiero. Me dice: –No me digas que de todo  eso porque te atragantarías“. Miro la pizarra y veo que la lista es bastante extensa y en seguida me viene a la cabeza la imagen de los minipintxos que abundan por el norte. Yo tenia más hambre que el perro de un gitano pero reconozco que aquella tapa de sepia era bastante maja. Me di cuenta que con tres cañas y tres tapas me podía dar por cenado. Mire mi bolsillo y regrese a casa a cenar.  Sonaba a hueco.

Por la noche, a eso de las doce salí para tomarme un piscolabis. A Las Negras han llegado bastantes coches durante la tarde y pensé que la noche podía estar animada. No me di cuenta que por muy animada que estuviese yo me encontraba más solo que la una. Y por mucho que uno lleve la fiesta dentro…este no era el caso.

En el Cerro Negro, digamos que “mi bar” en las Negras, se acerco Luis y su hermano y me invitaron a un chupito. La cogorza que llevaban era un poco monumental así que la conversación giro en torno a “de-donde-venía” y “de-donde- eran”.

El sábado fue un día especial. Por la mañana me deje caer por el bar “El Cacho” y me costo salir un buen rato. A media tarde venía un sirenita a visitarme. Las sirenas de hoy en día no salen del mar, salen de un coche. Ya no me pilla por sorpresa. El mundo cambia tanto.. se pierde tanto romanticismo. Esta sirena me gusta.

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Conversaciones con mi primo. Un lunes por la mañana como si no tuviesemos otra cosa de que hablar.

Plimo: ¿Pero vives alli?

Yo: Sí

Plimo : bonito pero quizas demasiado tranquilo para ti

Yo: soy un hombre tranquilo en paz consigo mismo

Plimo:: jajajajaja primo k tengo pito ostias eso cuéntaselo a las almejas.

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El cicloturista infiel.

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