Cuando el viajero llega a la estación de bus de Midelt la penumbra lo cubre todo. Las paredes grises parecen retener el resplandor que a duras penas alcanza unos metros más allí, en la calle. La estación esta completa, como si todos los vecinos se hubieran puesto de acuerdo a estar a estas horas entre el humo de los autobuses y las maletas. Viajeros, vendedores, cuadrillas de adolescentes dan vida al lugar formando un microcosmos de lo que se avecina en nuestro periplo por Marruecos.
El trayecto en autobus confortable y con aire acondicionado (no suele ser así) desde Nador a Midelt dura siete horas y media. Más de doscientos kilómetros transitan a través de paisajes predeserticos cuya monotonía hace que de cabezazos unas veces contra el respaldo y otras con el cristal.