Nos toca volver a madrugar. El reloj, Cristina, vuelve a a despertarme cuando se levanta. Lo hace sin querer. Con el sigilo de la gineta. Perezoso, me despierto y observo que a ninguno de los presentes el ruido de la gineta parece molestarles. Pero en poco tiempo los sacos comienzan a moverse como gusanos hasta que de su piel se desprende un humano.

Recogemos los bartulos y nos acercamos hasta la cafeteria más proxima al pabellon municipal Vista Alegre. Hemos hecho noche aquí gracias a la colaboración de ayuntamiento de Cordoba y con el apoyo del Coordinador de Centros Deportivos de la Ciudad, Antonio Muñoz.

Anoche Antonio también hizo de guía turístico y nos mostró parte de la ciudad. La visita nocturna estuvo bien. Me llamo la atención que no se veían hordas de turístas por las calles.

Nuestros compañeros, Olga, Ruben y Abraham regresan a Almería. Nos da pena. Ya sabeis que no nos gustan las despedidas. Ley de vida.

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Pabellón Municipal de Vista Alegre.

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Alcanzamos la Vía verde con ciertos problemas. No está señalizado nada sobre como llegar a ella en la ciudad de Cordoba. La vía tiene el inicio en Valchillon pero de esta referencia queda poco o nada. En Cordoba nos liamos y cogemos otra dirección. Pero no pasa nada. Volvemos a pasar frente al Pabellon y continuamos hacia el río. Despues de cruzarlo giramos hacia la derecha (o sea el margen izquierdo del Guadalquivir) y nos vamos dirección Guadalcazar. A pocos kilómetros hay un silo de cereal. Es en ese punto donde comienza la vía Verde. En ella nos topamos con Paco, un cordobés que durante más de 15 años vivió en Legutiano, una localidad cercana a Vitoria-Gasteiz.

Junto a él recorremos parte de la vía de la Campíña.

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