Nos levantamos como nos acostamos con el sirimiri este que cala, el mojabobos. Ayer nos hicimos los remolones para ver si colaba y nos dejaban dormir en la cocina pero no colo.
Estas casas aparecen de vez en cuando en el paisaje islandés. Son refugios que en caso de emergencia pueden servir de gran ayuda. Nos damos cuenta que cada pocos kilómetros el paisaje se transforma en otro totalmente diferente. Es una pena que estemos en el peor verano desde 1914. Junio con 72 horas de luz y mayo el mes más pluvioso desde que hay registros.
El paisaje se vuelve a transformar. Una neblina que pasa nos cala y una segunda nos deja al borde del cao. Empapado seguimos pedaleando pero hay tanto que ver que ya no importa el llegar, ni siquiera el como llegar. Nos interesa donde parar aunque sople el viento. Me tiemblan las manos de frío cada vez que paro para sacar fotos.
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