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Porto se nos presenta como una ciudad que en poco tiempo ocurre un poco de todo. Que si una gaviota comiendose un pez, que si una grua saca un coche del fondo del rio, unos crios saltando desde el puente… y todo esto en menos de un kilómetro y en pocas horas.
Porto es una ciudad totalmente recomendable.
Por la mañana lo que hicimos en primer lugar fue acudir a los bomberos voluntarios y zanjar el tema del alojamiento. Ayer nos dijeron que no podiamos dormir porque habían llegado 3 peregrinos y no había espacio. Así que nos fuimos a una pensión a 300 mt. del parque de bomberos.
Después de solucionar el tema comenzamos a recorrrer la ciudad y ya no regresamos hasta después de la cena a eso de las once.
Aprovecho para agradecer a todas las personas el acordarse de que uno va envejeciendo.
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Los saltos de los crios atraen la mirada de los turístas. Es imposible apartar la mirada y verlos aterrizar sobre el agua.
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Visitamos una bodega que nos incluye dos copas de vino, uno tinto y otro blanco. Son dulces y es una pena no tener un trozo de queso al lado pero bueno… todo en esta vida no se puede tener.
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Esto es una Francesiña, un plato típico de Portugal. Contiene queso, chorizo, bacon, lomo, rebanadas de pan…
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